5 leyendas urbanas de Hollywood que resultaron ser ciertas

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El exorcismo de Georgetown cuenta una historia perversa basada esas típicas leyendas urbanas. Anthony Miller (Russell Crowe), es un actor en horas bajas que acepta tomar el lugar de un intérprete muerto en el set. Todo mientras rodaba una tétrica cinta sobre …

Hipertextual
Tecnología, ciencia y cultura digital El exorcismo de Georgetown cuenta una historia perversa basada esas típicas leyendas urbanas. Anthony Miller (Russell Crowe), es un actor en horas bajas que acepta tomar el lugar de un intérprete muerto en el set. Todo mientras rodaba una tétrica cinta sobre una posesión a una niña pequeña. Pero en cuanto Anthony pone un pie en el plató, todo a su alrededor parece conspirar para hacerle caer en la oscuridad de sus peores vicios y comportamientos. Lo que claro está, abrirá la puerta a un elemento sobrenatural. Todo lo demás parece el argumento de una película convencional del género de terror, hasta que se toman en cuenta algunos datos. El director Joshua John Miller es hijo de Jason Miller, actor y dramaturgo estadounidense que interpretó al padre Karras en El exorcista de William Friedkin. Y es sabido que durante la grabación de la película, hubo algunos incidentes que la prensa juzgó como, al menos, inquietantes. Más curioso aún, el actor sufrió de un cuadro depresivo de alcohol y adicciones, que terminó por afectar seriamente su carrera cinematográfica. Algo que El exorcismo de Georgetown muestra a través de un personaje que incluso se apellida “Miller”. Lo cierto es que la meca de cine, está llena de situaciones parecidas. Leyendas urbanas que resultaron ser ciertas. O que, al menos en parte, se basan en algo real. Te contamos cinco historias tan perversas que se convirtieron en leyendas negras de Hollywood, pero que tienen un trasfondo real. De un asesinato espantoso a un rumor tenebroso que acompañó a un blockbuster por años. Se trata de una colección de relatos que resultan tan aterradores como su versión en ficción. En 1987, el escritor James Ellroy escribió La Dalia Negra, una novela noir que contaba el hallazgo desmembrado de una aspirante a actriz. La ficción, narraba — el primero de una saga titulada Cuartelo de Los Ángeles — cómo la muerte de la joven, no era solo un acto barbárico. También, la posibilidad que un asesino en serie merodeara en la meca del cine. Paso a paso, el relato exploraba en implicaciones más graves. Lo que llevaba a concluir que el asesinato era solo un acto de crueldad inaudito. Y aunque Ellroy hizo del argumento uno de los más inquietantes del género de detectives del siglo XX, en realidad, solo relataba un hecho que conmocionó al Hollywood dorado. Se trata de la muerte de Elizabeth Short. El 15 de enero de 1947, el cuerpo de la actriz, que apenas se abría camino en Hollywood, fue encontrado con signos de tortura y seccionado a la mitad en Leimert Park, Los Ángeles. Lo más aterrador es que los diversos exámenes forenses, dejaron claro que antes de morir, había sufrido una larga y dolorosa tortura.  A todo lo anterior, se une el hecho que jamás fue resuelto. Los restos del cuerpo no mostraban ningún indicio que permitiera identificar el lugar en que, presumiblemente, la víctima había estado recluida antes de morir. En medio del pánico de Hollywood, hubo docenas de arrestos preventivos y también, decenas de interrogatorios. Ninguno arrojó una respuesta y finalmente, el caso pasó a engrosar la crónica negra de Hollywood. ¿Mucho peor? Con el correr del tiempo, el asesinato de Elizabeth Short se convirtió en parte de todo tipo de películas y series, sin que se indagara en el origen real de la historia. La obra más conocida: la dirigida por Brian De Palma en 2006 y que protagoniza Scarlett Johansson.

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El actor húngaro, que pasó a la historia por interpretar a Drácula desde una perspectiva aristocrática y vil, estuvo rodeado de todo tipo de rumores. Desde que se negaba a vestir como un hombre corriente fuera del set, hasta que dormía en un siniestro sarcófago. Por lo que su fama de hombre extraño le acompañó buena parte de su vida e incluso, es parte de la crónica negra de Hollywood.  Lo cierto es que el actor, se tomó tan en serio su papel como el Conde Transilvano, qué buena parte de los rumores a su alrededor son ciertos. Lanzado al estrellato por Tod Browning, su personificación de Drácula de 1932, deslumbró a la audiencia y convirtió al intérprete en el centro del ciclo de monstruos del estudio Universal. Para Lugosi, se trataba de un papel a su medida, al que añadió su característico acento y una pulcra estética que le convirtió en el modelo a seguir en años siguientes. Pero el actor era adicto a la morfina. Lo que provocó que a medida que la fama aumentaba — y tenía más dinero para sobrellevar su vicio —, su comportamiento se hiciera más errático e incomprensible. Comenzó a vestir con las galas de la película en su vida doméstica y hacerse llevar todo tipo de objetos fúnebres a su casa de 5620 Harold Way, Los Ángeles.  En medio de semejante situación, los papeles comenzaron a escasear, por lo que decidió tratar de recuperarse, por la vía de entrar a una clínica de rehabilitación. Lo que solo agravó su estado y le llevó a un delirio extravagante en el que llegó a creerse Drácula y tratar de morder a las enfermeras. Hubo rumores que incluso llegó a escapar de la custodia de las distintas clínicas privadas en las que permanecía y se le vio vagar por Los Ángeles, vestido con los harapos de sus antiguas galas cinematográficas.
La situación alcanzó niveles más complicados, cuando fue evidente que su cordura dependía en buena medida de la morfina, pero que una sola dosis más, podía ocasionar la muerte.Todo lo anterior, provocó que el actor terminara sumido en todo tipo de alucinaciones de las que nunca llegó a recuperarse por completo. El 16 de agosto de 1956, Bela Lugosi murió sin recordar su verdadera identidad y convertido en un paciente psiquiátrico a toda regla. En 1920, el director Friedrich Wilhelm Murnau decidió filmar una adaptación del libro Drácula de Bram Stoker. Pero se encontró con la firme oposición de Florence Balcombe, viuda del escritor, titular de los derechos y que se negó a venderlos para una cinta que no rendía tributo directo a la obra de su esposo.  Murnau no se acobardó y terminó por rodar una película inspirada en la novela, pero con nombres y ubicaciones distintas. A pesar de eso, la heredera de los derechos demandó y logró que la cinta fuera censurada y considerada por la crítica de la época como una copia no autorizada de la historia original. Pero lo más singular fue que en medio del debate acerca del parecido — o no — de la película con el libro Drácula, un rumor asombró al público. A saber: que el desconocido actor alemán Max Schreck, que interpretaba al Conde Orlok en el argumento, era en realidad un vampiro. Mucho más porque Schreck, que se proclamó a sí mismo como un actor de método, jamás se mostró fuera de la ropa y el maquillaje de su papel en el set. 
De modo que mientras Prana Film se declaraba en bancarrota para evitar los reclamos legales de la familia Stocker, la fama de la película se volvió una curiosidad oscura. Se habló de desapariciones de miembros del elenco en los alrededores de El castillo de Orava, en Eslovaquia, lugar en que se llevaron a cabo las filmaciones. E incluso, el rumor llegó a ser tan enrevesado, como para asegurar que había “pruebas” de la naturaleza del actor, entre ellas que no aparecía de día y tenía un comportamiento excéntrico. Pronto fue evidente que el propio Murnau utilizó el obsesivo método que Schreck había aprendido con el director de teatro Max Reinhardt, para explorar en una rara campaña publicitaria. Por años y en especial, mientras la película luchaba por ser exhibida, el rumor sobre un vampiro real en un plató de filmación, cautivó a los amantes de lo misterioso. ¿Un dato curioso? En el año 2000, E. Elias Merhige llevó el rumor al cine. La sombra del vampiro, protagonizada con Willem Dafoe como Orlok/Max Schreck, contaba la leyenda en plan de mito oscuro. Lo que le valió una nominación al Oscar para el actor. ¿Un dato escalofriante? La cabeza del director fue robada de su tumba en 2015. Esta leyenda negra de Hollywood te debe resultar familiar. A saber: que cada actor que interpreta al Hombre de acero en el cine, termina por sufrir todo tipo de desgracias y situaciones complicadas. De George Reeves, que interpretó al héroe en la serie de 1952 y murió en extrañas circunstancias, a Christopher Reeve, parapléjico luego de sufrir un accidente ecuestre. Lo cierto es que todo lo relacionado con el papel, parece signado por una misteriosa fatalidad.  Pero lo más curioso es el origen de esta leyenda negra. Jerry Siegel y Joe Shuster, crearon al personaje e intentaron vender su obra a diferentes editoriales. Finalmente, y luego de una serie de tropiezos, lograron que Detective Comics Inc lo adquiriera por apenas 130 dólares. Lo que, cómo se comprobaría después, se convirtió en el negocio más lucrativo para la editorial. Superman no solo se convirtió en uno de los personajes más emblemáticos de la televisión, sino que su cómic se convirtió en emblema del bien y la justicia.
Todo se hizo incluso más complicado, cuando la posibilidad de convertir la historia del Último hijo de Krypton en un éxito de cine. Para entonces, ambos creadores decidieron entrar en un largo proceso legal que culminó con el pago de 94.000 mil dólares. Enfurecido, Siegel continuó reclamando sus derechos y ganancias, sin lograr gran cosa. Por lo que cuando Warner Bros estrenó finalmente la primera película de su saga en 1975, el dibujante publicó una carta, enfurecido. Entre otros improperios, denunciaba la “traición” a la esencia de Superman y maldecía a la producción. Lo demás, es historia de Hollywood.  Este estrafalario rumor procede, por supuesto, de la accidentada filmación de la película durante 1978. La cinta contaba la historia de un grupo de jóvenes que viaja a una investigación de contacto con un grupo de tribus primitivas. Pero terminan por desaparecer, lo que provocará que un antropólogo vaya en su busca y termine por tropezarse con el horror que da nombre a la película. Para semejante premisa, el director, Ruggero Deodato, contaba con un presupuesto de apenas $200.000, por lo que recurrió a medidas extremas. Entre ellas, tomas en plena selva amazónica colombiana, sin guías o expertos, lo que provocó desde personal perdido hasta un caso de infección entre el elenco. Pero lo peor llegó, cuando se comprobó que la película mostraba una escena de crueldad animal real, lo que levantó protestas y señalamientos. Por ese motivo, nadie dudo que había algo turbio en las explícitas escenas de violencia e incluso, la apariencia realista de un cadáver en la secuencia más cruento de la cinta. Las alarmas se dispararon cuando, en plena distribución en suelo italiano, la película fue acusada de ser una snuff y que los asesinatos eran reales. 
Peor en especial, toda la preocupación del tribunal radicaba en una imagen de pesadilla. El cuerpo sin vida de una mujer que colgaba empalado en mitad de uno de los tramos más duros y que los expertos aseguraron era imposible fuera solo actuación. Deodato terminó en un tribunal y enfrentó la posibilidad de una condena a cadena perpetua.  En medio del momento más extraño de todo el suceso, el elenco entero, debió presentarse en un programa de televisión para demostrar que estaban vivos. Finalmente, el director fue exculpado, aunque el tribunal impidió el estreno de la película. ¿Lo más inquietante? Que jamás pudo localizarse a la actriz que encarnaba al personaje empalado. Eso, debido a que se trataba de una actriz colombiana que no pudo ser localizada al momento del juicio.

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Aman Mehndiratta
Aman Mehndiratta
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